domingo, 3 de agosto de 2014

¿Hay más partos en luna llena?

Hace muchos años, cuando era estudiante de medicina y aprovechaba las vacaciones de verano para hacer prácticas hospitalarias, me encontré con una escena que despertó mi curiosidad. Llevaba pocos días en un hospital general a miles de kilómetros de mi facultad y me habían asignado un turno de noche en el área de Obstetricia. Ya conocía el servicio pues había recibido en los días previos unas cuantas y apresuradas sesiones formativas informales para no andar tan perdido en el mundo de los partos, charlas impartidas por el generalmente amable y siempre somnoliento Médico Residente al cual le habían asignado el dudoso honor de "tutorizarme". Al entrar en la zona de partos noté algo extraño que estaba seguro no había visto en los días anteriores, había unas enormes tijeras abiertas pegadas con esparadrapo en una de las puertas abatibles que daban acceso al pasillo de los paritorios. Intrigado, pregunté el significado de tal decoración a una de las veteranas matronas que encontré por ahí, quien me respondió con total naturalidad. "es que hoy hay luna llena". Imagino que mi cara de desconcierto debió ser absoluta (supongo que además sirvió para que la buena señora corroborara una vez más que no existe vida inteligente entre los estudiantes de medicina), ya que acto seguido procedió a darme una explicación más completa y adaptada a mi nivel... Me explicó que, como todo el mundo sabe, en noches de luna llena se producen más partos que en cualquier otro periodo del mes y que, como una cosa es la vocación y otra es matarse trabajando, el personal ponía esa tijera adherida a la puerta (abiertas sus hojas eso si, de lo contrario no sirve para nada) para contrarrestar el influjo de la luna llena y tener una noche tranquila, sin vernos invadidos por hordas de quejosas parturientas...

¡NO a los RECORTES en la SANIDAD PÚBLICA!

Admito que lo de las tijeras abiertas me pareció bastante ridículo (para salvaguardad mi integridad física me abstuve de cualquier tipo de comentario delante de la severa matrona), pero me surgió una duda, ¿que habría de cierto en lo de que el número de partos era mayor en las noches de luna llena que durante otras fases lunares?. A priori parecía posible, al fin y al cabo la luna afecta de manera notable muchos aspectos de la actividad y la vida en este planeta, entonces ¿porqué no iba a ser así en el caso de los partos?. Como buen estudiante universitario, se me ocurrió hacer uso en primer lugar del Principio de autoridad (al fin y al cabo es lo que se nos enseña en las facultades, no vaya a ser que terminemos acudiendo a fuentes fiables, lo cual no sería bueno para el negocio..), por lo que al día siguiente acudí al despacho del eminente Jefe de Servicio, quien me confirmó que, efectivamente, en noches de luna llena había muchos más partos, siendo este un hecho sabido desde siempre y de lo cual El daba fe. Respecto a lo de la tijera, fue rotundo: era una superchería sin fundamento alguno ya que cualquiera podía observar como a pesar de poner dicho "amuleto" en la puerta del paritorio, no se conseguía reducir el número de partos durante la fase de luna llena. Conforme como estaba con tan rotunda respuesta, lo comenté un par de días después con el Médico Residente que tuvo a bien adoptarme, quien sentenció que, desde su perspectiva, todas las noches en el paritorio eran horribles, con o sin luna llena... 


La luna siempre ha sido un objeto que ha despertado la fascinación del ser humano a o largo de toda la historia. La tenemos siempre ahí, sobre nuestras cabezas, la veamos o no y es responsable de fenómenos tan poderosos como las mareas. Ha sido relacionada con el clima, el crecimiento de las plantas, la reproducción de los animales, los comportamientos humanos y es, o ha sido, un elemento importante en muchas culturas a lo largo y ancho del planeta en lo referente a la fertilidad. Algunos de esos fenómenos son reales y fácilmente explicables, como el de las mareas (por la fuerza de atracción gravitacional), o algunos hechos observados en plantas y animales (producto de la mayor o menor luminosidad según la fase lunar). Otras creencias se explican por coincidencias (el ciclo lunar y el menstrual se pueden superponer en algunos casos, lo que explica que se haya relacionado con la fecundidad) pero otros son simplemente mitos y leyendas que no superan un mínimo escrutinio. En el caso de los partos, estamos sin lugar a dudas ante este segundo supuesto. 


Para empezar veamos a que llamamos Fases lunares. La luna es un satélite natural de la tierra, un trozo de nuestro planeta que según la teoría más aceptada actualmente, se desprendió hace unos 4.300 millones de años, tras una espectacular colisión de un cuerpo celeste (Theia), del tamaño de Marte, con la primitiva Tierra. Esta colisión fusionó los núcleos de ambos planetas y desprendió millones de toneladas de materia de las capa más superficiales de ambos astros, restos que, obligados por la gravedad, orbitaron alrededor del planeta compactándose hasta formar un gigantesco satélite de proporciones únicas en todo el sistema solar ya que tiene casi la tercera parte del diámetro de la tierra. Si os parecen imponentes las fuerzas que hoy actúan y que generan las mareas, imaginaos lo que sucedía cuando la luna primigenia estaba a tan solo unos 20.000 kilómetros de la tierra (hoy está a más de 384.000): un alternancia de mareas de cientos de metros de altura, arrasando las plataformas continentales. Si alguien hubiera podido verlo, el espectáculo habría sido sin duda sobrecogedor. Pues bien, esa luna, que como todo astro que no es una estrella carece de luz propia, refleja de manera notable la del sol, esa misma luz solar que nos ilumina desde hace eones y ha permitido la vida en la tierra, dándonos la grandiosa oportunidad de observarla y admirarla sin necesidad de instrumento óptico alguno. 


Esa luna, mientras gira alrededor de nuestra tierra, establece diferentes relaciones con la posición de nuestro planeta y la del sol (que es el que ilumina a ambos). Son esas posiciones relativas y el hecho de que eso implique que la tierra se interponga o no entre la luz del sol y la luna, la que genera las fases lunares. En definitiva es un efecto óptico que depende de nuestro papel como observadores en la tierra: cuando la luna está entre la tierra y el sol nos brinda su cara no iluminada, es la luna nueva, y resta invisible a simple vista. Dos semanas después, su alineación permite que nos muestre su cara iluminada, tenemos la luna llena, que ha inspirado a poetas y ha desencadenado la locura en los hombres a lo largo de la historia (sobre esto último ya hablaremos en otra entrada, pero apostaría a que creéis que es probablemente cierto). Pues bien, sea durante esas dos fases o durante todas las intermedias, la luna sigue estando allí, con distancias respecto a la tierra muy similares, con una masa que, obviamente, se mantiene constante, es decir, generando unos efectos gravitatorios respecto a la tierra más o menos similares. Este último hecho es muy trascendente a la hora de entender lo que estamos tratando en esta entrada. La veamos o no, la luna está siempre ahí y sus efectos son predecibles y perfectamente explicables. Las mareas son, por ejemplo, el resultado de la atracción que ejercen mutuamente entre si la tierra y la luna (en menor grado también colabora el sol), estos efectos son más visibles en las masas líquidas del planeta (hidrosfera) que en parte sólida del mismo (litosfera), esta segunda, al ser rígida, sufre menos los efectos de la deformidad provocada por la gravedad (aunque realmente lo hace, lo que sucede es que no lo percibimos) siendo muy llamativa en las grandes masas de agua como los mares y los océanos. Estos efectos, que equivale a decir "las mareas" son máximas cuando están alineados la Luna, el Sol y la Tierra, es decir, en las fases de "luna llena" y "luna nueva" y son mínimas cuando estos tres astros forman ángulo recto (cuartos crecientes y menguantes).


Volviendo al hilo inicial, es necesario comprobar si existen datos que permitan concluir que las fases lunares ejercen un efecto real en los partos, ya sea modificando la frecuencia esperable de los mismos (que debería ser similar a lo largo de todo el mes si el fenómeno no existe) o las características de los estos. No lo olvidemos, la hipótesis de partida es que la luna llena induce más partos que el resto de las fases lunares, aquí en el planeta tierra. Veamos solo algunos de los estudios más realizados en este campo: 

- Un estudio retrospectivo de cohortes realizado en 2005(1) que recopiló los datos de los nacimientos en Carolina del Norte (EEUU) producidos durante el periodo 1997 a 2001 (nada menos que 564.039 nacimientos durante 62 ciclos lunares), no encontró ninguna influencia significativa, no solo en el número de partos, tampoco lo hizo en la presencia de complicaciones durante los mismos. 
- Otro estudio, este realizado por matronas en España(2), analiza los 2173 nacimientos que tuvieron lugar durante el año 2007 en un hospital madrileño, concluyendo que no existe variaciones en el número de partos con respecto a la fase lunar en la que se produzcan. 
- Este otro(3), analiza los nacimientos en la región de Arizona durante los años 1995 a 2000 (167.956 nacimientos en total), encontrando no solamente que no se evidencian diferencias entra las diferentes fases lunares si no que tampoco se observan variaciones a pesar de las diferentes condiciones atmosféricas presentes (otra creencia habitual en lo que a partos se refiere).
- Otro estudio, esta vez entre población rural de la India(4), realizado durante 12 meses lunares, no permitió observar diferencias significativas entre los nacimientos durante las diferentes fases lunares. 
- Un enorme estudio, que realizó un análisis espectral de 4.071.669 nacimientos producidos en el sudeste de Alemania(5), tampoco constató diferencias significativas. 
- Otro estudio, también realizado en Alemania(6) y que analiza los nacimientos producidos en Hannover durante los años 2000 a 2006, establece que no hay diferencias en cuanto al número de partos, sus complicaciones o el sexo del neonato según las fases lunares. 
- Uno más, este realizado en Florencia, Italia(7), analizando 7842 partos espontáneos, tampoco encontró confirmación alguna del mito. 

Notable, por el número de nacimientos analizados (70 millones de partos), es el estudio hecho por Caton en Estados Unidos y publicado en 1998(8), logrando idénticos resultados. En realidad, hay cientos de estudios realizados y la mayoría de ellos no muestran ninguna relación significativa entre fases lunares y número de partos, complicaciones durante el transcurso del mismo e incluso algunos de ellos estudian la conexión entre dichas fases, el momento del parto y el sexo del neonato (otro mito presente en algunas culturas), sin hallar relación estadísticamente significativa. Como habéis visto, estos estudios se han reproducido por diferentes regiones del mundo y en entornos sociales y culturales igualmente diversos y las conclusiones obtenidas han sido siempre similares: no se confirma el mito

Es cierto que algunos estudios (muy pocos, la verdad) han encontrado relaciones aparentemente válidas entre el momento del parto y las fases lunares. La mayoría de ellos son bastante antiguos, publicados en revistas marginales y cuyo texto completo es de difícil localización, por lo que resulta imposible el análisis metodológico del mismo, por lo tanto, no aptos para ser incluidos en el presente texto. 

Los defensores de la validez de esta teoría suelen acudir sistemáticamente al efecto que la gravedad lunar ejerce sobre nuestro planeta para explicar su creencia de que las fases lunares influyen en el momento y las condiciones del parto. La reflexión más extendida es que si la luna es capaz de generar fuerzas tan impresionantes como las mareas en grandes masas de agua, por lógica ejercerá efectos similares en el ser humano (que puede estar conformado por más de un 65% de agua) y por supuesto sobre el líquido amniótico, cuya ruptura espontánea de membranas suele ser el inicio de un parto normal. Lo que estas personas parecen olvidar es que el efecto de atracción gravitacional lo ejercen todos los cuerpos implicados en esta ecuación (incluyendo a la madre y al feto) y que depende muy especialmente de la masa que posean, por lo que el efecto en grandes masas (como es el caso de los océanos y la luna) es más que notorio, pero en ningún caso para masas reducidas. Ya en 1979, George O. Abell escribió en Skeptical Inquirer que "la luna, sobre el ser humano, no puede ejercer más atracción que la de un mosquito" y en 1996, Kelly afirmó en este mismo medio que "la madre ejerce una fuerza de atracción gravitacional sobre el hijo que tiene en brazos unos 12 millones de veces más fuerte que la que ejerce la luna". Por lo que, el efecto gravitatorio que ejerce el Ginecólogo o la Matrona durante el parto, es más relevante que el de la propia luna en ese mismo instante.

Si toda la evidencia anterior es cierta, entonces ¿como se explica la pervivencia del mito y que este sea geográficamente tan extendido?. No hay una única respuesta para explicar esta actitud, probablemente no sea más que un ejemplo de Sesgo Cognitivo o, como sostienen algunos, un ejemplo de Sesgo de Confirmación, pero en todo caso, al aplicar la ciencia estadística se desmonta con facilidad el mito. Llama la atención que la creencia persista entre muchos profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, etc), incluso en aquellos especializados en áreas como la gineco-obstetricia. Se entiende mejor si asumimos que, por desgracia, la formación en ciencias básicas de estos profesionales (y, por ende su capacidad para entender la potencia del método científico como elemento diferenciador en la adquisición del verdadero conocimiento), es bastante pobre, lo que les hace proclives a asumir como ciertos, no solo mitos sin fundamento alguno como este, también sucede lo propio con todo tipo de pseudomedicinas que podamos imaginar. Por otra parte, si el fenómeno existiera, obligaría a modificar determinadas políticas sanitarias para adecuarlas a estos "picos" de actividad (refuerzos de personal en áreas obstétricas, mayores medios en los sistemas de emergencias, etc), cosas que obviamente no se realizan por ser innecesarias. 

Hay tendencias sociales actuales que pueden sin duda modificar el patrón natural de la distribución de los partos (que, como hemos visto, no depende de factores astronómicos ni meteorológicos), tales como la "programación" de los embarazos gracias a los métodos anticonceptivos, la igual posibilidad de "programar" los partos en ciertas circunstancias, por lo tanto, escoger el mejor momento para ambas cosas.

Por la red circulan algunas artículos que hablan sobre las pruebas que respaldan el mito (incluso algún ginecólogo que otro las utiliza como respaldo bibliográfico en sus páginas Webs), de ellas, una que se reproduce con bastante frecuencia, es el supuesto estudio de Lina Abellán Martinez, al parecer matrona, a la que citan en numerosos Blogs, quien dice haber encontrado relaciones entre los ciclos lunares y los nacimientos tras estudiar 7.500 partos. La búsqueda de los artículos publicados por esta "investigadora" no produjo ningún resultado en los principales metabuscadores médicos como PubMed, por lo que no puedo pronunciarme sobre su validez metodológica (en caso de que tal estudio exista). Aquí se recogen sus principales resultados y conclusiones (entren y disfruten...). Aunque si de verdad os interesa saber el cariz de las investigaciones de la tal Lina, entren en este enlace y verán la relación que la supuesta investigadora ha encontrado entre los partos y los signos del zodiaco... pura ciencia. 


BIBLIOGRAFÍA: 

1.- Am J Obstet Gynecol. 2005 May;192(5):1462-4.The effect of the lunar cycle on frequency of births and birth complications. Arliss JMKaplan ENGalvin SL
2.- Matronas Prof. 2009; 10(2): 20-24. Influencia de las fases lunares en el inicio de los partos espontáneos. Saiz-Puente MS
3.- American Journal of Obstetrics and Gynecology, Volume 192, Issue 6, June 2005, Pages 1970–1973. Birth rate and its correlation with the lunar cycle and specific atmospheric conditions, Susan Morton-Pradhan, R. Curtis Bay, Dean V. Coonrod 

4.- Indian J Public Health. 2012 Apr-Jun;56(2):152-4. The effect of the lunar cycle on frequency of births: a retrospective observational study in Indian population. Bharati S, Sarkar M, Haldar PS, Jana S, Mandal S.

5.- Acta Obstet Gynecol Scand. 2008;87(12):1378-9. Lunar cycle and the number of births: a spectral analysis of 4,071,669 births from South-Western Germany. Kuss O, Kuehn A.
6.- Acta Obstet Gynecol Scand. 2008;87(8):875-9. The influence of lunar cycle on frequency of birth, birth complications, neonatal outcome and the gender: a retrospective analysis. Taboulidou I, Soergel P, Vaske B, Hillemanns P
7- Minerva Ginecol. 1994 Jul-Aug;46(7-8):429-33. Lunar phases and incidence of spontaneous deliveries. Our experience. Periti E, Biagiotti R.
8.- International Amateur-Professional Photoelectric Photometry Communication, No. 74, p.50. Nativity and the Moon: Do Birthrates Depend on the Phase of the Moon. Caton, D. B.; Wheatley, P. A.

1 comentario:

  1. Gracias por el artículo. Muy de acuerdo en todo. Sólo hay otra razón que se me ocurre como causa del fenómeno, pero que ya sería complicado de demostrar: que la causa de esa supuesta sincronización fuera la propia luz que da o deja de dar la luna. Supongo que para defenderse de los depredadores. Pero claro, ahora la mayoría de mujeres cuentan con luz artificial y un grupo que defendería a sus bebés de los depredadores.
    No digo que haya sido así, es sólo algo que se me ha ocurrido. De todas formas de esos datos, si los pudiéramos obtener, habría que separar los nacimientos diurnos. Y, por otra parte, las causas que desencadenan el parto ahora mismo son desconocidas y posiblemente multifactoriales, por lo que la influencia de la luna, de haber existido, sería bastante pequeña

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