sábado, 25 de enero de 2014

¿Crecen el pelo y las uñas tras morir?

García Márquez, en una de sus más peculiares obras, toma una cita de Tomás de Aquino para dar entrada a su magnífica novela Del amor y otros demonios:

      "Parece que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo"
               De la integridad de los cuerpos resucitados, (cuestión 80, cap. 5)
Aunque dicha referencia parece extraída de Summa Theologiae, admito que no he sido capaz de localizar el texto en cuestión, aunque si he encontrado en esas páginas muchas e interesantes reflexiones sobre la resurrección y el papel que las uñas y el cabello jugarán en la misma.

En el prólogo, García Márquez, comenta el hecho periodístico (con toda probabilidad ficticio) que le permite posteriormente desarrollar su novela. En estas primeras páginas el autor es testigo de como se vacían las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara de Cartagena de Indias, presenciando un hecho cuando menos asombroso, cuando se abre una de las criptas:

                              "... La lápida saltó en pedazos al primer golpe de la piocha, 
                               y una cabellera viva de un color de cobre intenso se  derramó 
                               fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa 
                               con la ayuda de sus obreros, y cuanto más tiraban de ella 
                               más larga y abundante parecía, hasta que salieron las últimas 
                               hebras todavía prendidas a un cráneo de niña.
                               En la hornacina no quedó nada más que unos huesecillos
                               menudos y dispersos, y en la lápida de cantería carcomida por el
                               salitre sólo era legible un nombre sin apellidos: Sierva María de
                               Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la cabellera espléndida
                               medía veintidós metros con once centímetros.

                                El maestro de obra me explicó sin asombro que el cabello
                                humano crecía un centímetro por mes hasta después de la
                                muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para
                                doscientos años. ..."

Pero, ¿qué hay de cierto en la creencia popular de que el cabello y las uñas siguen creciendo aún después del fallecimiento de la persona?. O mejor aún, ¿de donde proviene dicha creencia?.


Para empezar, el pelo y las uñas. hacen parte de las llamadas Faneras y son estructuras generadas por células epiteliales queratinizadas (contienen queratina, que es una proteína con estructura fibrosa), aunque la parte visible de las mismas no sea propiamente una célula. Son fundamentalmente microfibrillas de queratina rica en azufre y una matriz amorfa que recuerda a las células que una vez la sintetizó. Esto hace que pensemos en ellas como elementos "muertos" en cierto modo, pero como es obvio precisan de células (en el folículo piloso y en la matriz ungueal) para producir pelos y uñas respectivamente. El pelo crece a una velocidad de aproximadamente 1 cm al mes(1) y la uña lo hace a aproximadamente 0,1 mm por día(2). Naturalmente necesitan, como cualquier otra célula, un sustrato metabólico para funcionar. Sin este aporte estas células simplemente mueren.  



Por otra parte, cuando se produce el cese de las funciones vitales, desaparece el flujo sanguíneo y por lo tanto el trasporte de nutrientes y oxígeno, por lo que todas las células de todos los tejidos del cuerpo terminan por morir. No todas ellas mueren a la misma velocidad, hay peculiaridades metabólicas que hacen que unas "aguanten" más que otras, cosa por otra parte muy útil en campos como el de los trasplantes de órganos y tejidos. Aunque hay varios condicionantes internos y externos que pueden modificar el tiempo de supervivencia de las células, en general las menos resistentes son las neuronas (que mueren en pocos minutos) y unas de las más resistentes son las de la piel, sobreviviendo unas 24 horas, aunque tejidos como el óseo o los propios vasos sanguíneos pueden sobrevivir aún más.. 


Es decir, en el mejor de los casos y asumiendo que las células de la piel puedan mantenerse vivas unas 24 horas (lo que a efectos prácticos significa que si las extraemos de la piel y las colocamos en un medio de cultivo adecuado pueden seguir creciendo, pero no significa en absoluto que tengan durante ese tiempo capacidad para generar fibrillas de queratina), a los sumo habrán contribuido a incrementar en 0,1 mm la longitud de la uña y en 0,3 mm la del pelo, algo casi imperceptible para el ojo humano. De todas maneras, ni siquiera es posible plantear ese incremento porque, como se ha mencionado, la capacidad metabólica de la célula es casi nula en esas condiciones. 

Entonces, ¿que sucede realmente y de donde viene la creencia?. En el fondo es bastante sencillo, tras la muerte se producen varios fenómenos en el cadáver, uno de ellos de inicio precoz, es el de la Deshidratación. Aunque modificado por las condiciones del entorno del cadáver, la pérdida de agua es inevitable en los diferentes tejidos. El efecto en los mismos no es similar ya que depende de la proporción de agua que tenga cada uno de ellos y es mayor en las primeras 24 horas, descendiendo en los días siguientes(3). Se calcula que se pierde en torno a 10 a 15 gramos de agua por Kg de peso/hora. El pelo y las uñas, al contener mínimas cantidades de agua prácticamente no se ven afectadas, mientras que en la piel que las sustenta, que puede contener hasta un 70% de agua, los efectos son visibles y muy llamativos con el paso del tiempo. 

Desde el punto de vista del efecto óptico, la perdida de volumen por deshidratación y la consiguiente retracción de la piel, los tejidos subcutáneos, los músculos, etc, hace que tanto las uñas, como el vello corporal y el pelo parezca más largo tras el fallecimiento.

Esto es muy evidente en las uñas. En el caso del pelo, se aprecia generalmente con facilidad en personas con el cuero cabelludo rapado en el momento de la muerte, ya que la exposición de la raíz del cabello no visible anteriormente puede significar hasta 3 mm de longitud del pelo. En la barba y otras localizaciones este efecto se puede incluso ver incrementado por la rigidez de los llamados músculos piloerectores, que generan un fenómeno no duradero similar a la llamada "piel de gallina" en el vivo(4)

Queda claro que la muerte en un proceso, no es un instante determinado. Por decirlo de alguna manera, no todo muere en nuestro organismo al mismo tiempo tras haberse parado el corazón y haber dejado de funcionar nuestro cerebro, pero eso no quiere decir que partes de nosotros, como nuestros pelos y uñas, puedan seguir desarrollándose como si nada hubiera pasado.

Edgar Allan Poe dice esto en su genial cuento "El entierro prematuro":
Los límites que separan la vida de la muerte son, en el mejor de los casos, borrosos e indefinidos... ¿Quién podría decir dónde termina uno y dónde empieza el otro?

REFERENCIAS:

(3) Medicina legal. Elementos de Ciencia Forense. Osvaldo Romo Pizarro. Pag 590. Ed. Jurídica de Chile. 2000.
(4) Conceptos Básicos de Patología Forense. Jose Manuel Tortosa López. Pag 50. Ed. Palibrio. 2011.



3 comentarios:

  1. Siempre es muy interesante escucharte. Para cuando el próximo mito?

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  2. Muchas gracias. Espero tener lista la entrada mañana.

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